miércoles, 18 de marzo de 2020

Al

Al es un ser vivo curioso que no ha encontrado su lugar en el mundo.

En su afán por encontrar la verdad, su verdad, se sube a un árbol en plena selva y se topa con el Gocacu.
—Esas garras poco puntiagudas... y esa pequeña cola no prénsil, a diferencia de la mía, no te servirán para trepar. Éste no es tu sitio.

Al siguió su camino ascendente y llegó hasta la gruesa copa, donde se posaba un Loreña. Lo mira de arriba abajo y silba.
—Esas alas no te servirán para volar. Y con ese pico... tampoco podrás cazar. Éste no es tu sitio. —dijo abandonando la copa planeando en picado.

El Al cayó de lo alto del árbol aterrizando, por suerte, en su caída vertical en el agua. Un Sarfín lo vio ya bajo el agua.
—Qué branquias más raras. Con esas aletas no llegarás lejos. Éste no es tu sitio. —y se fue coleteando de arriba a abajo.

El Al, derrotado, salió del agua buceando hasta la orilla más cercana esperando encontrarse otro como él para entender de qué pasta estaba hecho.
Pero ello nunca dejó en Al el ánima por los suelos. Nunca se desmotivó y nunca perdió la esperanza el ser incomprendido de convertirse en alguien capaz de comprender quién era.

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